Intentional Communities
Qué son las comunidades
intencionales
Una comunidad intencional es, en palabras de G. Kozeny, “un grupo de personas que han elegido vivir juntas con un propósito común, trabajando de forma cooperativa para crear un estilo de vida que refleje los valores centrales que el grupo comparte”. Estos valores compartidos pueden ser sociales, políticos, religiosos o espirituales. Las comunidades intencionales toman forma dentro de los estados-nación existentes y tienen poca o ninguna autonomía legal formal. Sin embargo, su objetivo suele ser representar una apuesta de base por la autodeterminación o la autonomía de facto.
Estas comunidades se crean a veces para escapar del anonimato de las ciudades modernas o para promover relaciones significativas con otras personas y una identidad común. Los valores compartidos dentro de una comunidad de este tipo producen un sentido de unidad y propósito. Además, como los residentes de las comunidades intencionales tienden a buscar personas con los mismos valores, las comunidades son menos propensas a conflictos, ya que la gobernanza local no tiene que transigir entre muchos grupos y preferencias diferentes.
Las comunidades intencionales no suelen tener necesariamente objetivos políticos explícitos. No tienden a desafiar la soberanía de su Estado anfitrión ni tratan de obtener concesiones significativas de él. En cambio, las normas comunitarias, al menos sobre el papel, tienden a existir “por encima” de las leyes y reglamentos del Estado. Por ello, la experiencia de vivir dentro de una comunidad de este tipo puede ser muy diferente a la de vivir fuera.
Un escape de las reglas no deseadas
Aunque una comunidad intencional no goza de autonomía formal, esta puede tener “reglas comunitarias” que se imponen por la reputación y el consenso social en lugar de la fuerza física. Esto hace que este tipo de comunidades sean destinos de reubicación atractivos para quienes no están satisfechos con el statu quo político o social del lugar donde viven actualmente.
Históricamente, las comunidades intencionales han girado en torno a ideas como el respeto al medio ambiente y la vida en mayor armonía con la naturaleza, la vida y la propiedad comunitarias, la fe compartida y la autosuficiencia local. En estas formas, las comunidades intencionales tienen una rica historia que se remonta a décadas o incluso a siglos atrás, desde el comienzo mismo del Estado-nación como la unidad política dominante.
Diferentes niveles de estabilidad y autonomía
Las comunidades intencionales pueden obtener diversos grados de autonomía. La forma más sencilla de comunidad intencional es un “asentamiento por simpatía” de personas con ideas afines que viven cerca unas de otras. Estos asentamientos pueden ser temporales o permanentes y pueden estar casi totalmente interconectados con el resto de la sociedad. Podemos ver estos ejemplos de asentamientos por simpatía en los barrios de muchas grandes ciudades donde se concentran inmigrantes de la misma procedencia y forman comunidades locales explícitas, como los barrios chinos o las pequeñas Italias (Little Italies). Sin embargo, los asentamientos por simpatía pueden adoptar muchas formas diferentes.
Una forma más avanzada de comunidad intencional es un “asentamiento organizado”. El rasgo distintivo clave del asentamiento es un documento en el que se codifican las “normas de convivencia” locales. Estos distritos pueden estar motivados por el deseo de los residentes de trasladarse a un lugar geográfico concreto. A menudo desean mayores niveles de seguridad interna, mejor protección del medio ambiente o servicios comunales específicos. Muchos asentamientos organizados adoptan la opcion de una organización con membresía, un acuerdo que los hace legalmente legibles para el mundo exterior.
Por último, la forma más completa de la comunidad intencional puede describirse como un “asentamiento privado”. Aunque se encuentra dentro de un estado soberano, este tipo de asentamiento tiene un límite subsidiario indiscutible dentro de ese estado. Además, puede contar con instituciones que complementan o incluso suplantan el funcionamiento de los organismos estatales habituales.
Las aldeas amish de Estados Unidos representan un ejemplo de comunidades de asentamiento privadas. Estas comunidades proporcionan su propia seguridad, sistemas de resolución de conflictos, escuelas y otros servicios que normalmente proporciona el Estado. Las comunidades intencionales judías llamadas kibbutzim, tanto en Israel como en todo el mundo, son otro ejemplo famoso. Aunque se centren en la religión, estas comunidades pueden hacer política para mantener buenas relaciones con las administraciones locales. Este proceso puede apoyar la autonomía parcial de facto de la comunidad.
Una historia de éxito
Estas diferentes formas de comunidades intencionales comparten – y ofrecen a los posibles miembros – una “sociedad dentro de la sociedad”. Los valores compartidos permiten a los habitantes vivir bajo un conjunto de reglas que están más cerca de sus ideales. Para alguien cuyos valores personales resuenen con los de una comunidad intencional, el traslado puede ser un camino atractivo para vivir una mejor vida, más libre y satisfactoria.
Hay miles de comunidades intencionales en todo el mundo, centradas en una gama increíblemente diversa de personas. La mayoría de ellas se han fundado sobre la base de ideales de izquierda, socialistas o ecologistas. En un mundo en el que es habitual dedicarse a la política para tratar de dirigir toda la sociedad en un sentido u otro, tanto si la gente lo desea como si no, las comunidades intencionales son los faros brillantes que proveen una alternativa. Un alternative para construir algo local, real y exitoso.
Muchas comunidades intencionales se han creado como las llamadas “sociedades utópicas” o “experimentos utópicos”, uniendo a quienes creían en ideas radicales o revolucionarias. Muchos de estos experimentos han demostrado que sus respectivos acuerdos políticos y sociales alternativos pueden funcionar bien entre miembros afines que participan voluntariamente. Estas comunidades intencionales son ejemplos vivos del poder de los objetivos comunes y las visiones compartidas.
En la Free Cities Foundation queremos destacar la rica historia de las comunidades intencionales pasadas y presentes. Estas representan los intentos de las bases de crear Ciudades Libres no a través de negociaciones legales y políticas, sino a través de la experiencia vivida y el autogobierno de facto. La Free Cities Foundation pretende trabajar con las comunidades intencionales que lo deseen para ayudarles a mejorar su situación legal y sus posibilidades de éxito a largo plazo. Si cualquier comunidad intencional está dispuesta a dar el siguiente paso lógico en su desarrollo para convertirse en una Zona Administrativa Especial legalmente reconocida con concesiones reguladoras explícitas, esto puede permitir a la comunidad seguir creciendo y prosperando con una sensación de seguridad y permanencia. Nosotros podemos aportar los conocimientos y la experiencia necesarios para entablar dichas negociaciones.
Para obtener más información sobre comunidades internacionales específicas, visite la Fundación para la Comunidad Intencional, un centro y directorio de comunidades intencionales de todo el mundo.